Un placer III

Vals - 1923

Letra: -
Música: Vicente Romeo

Era tan simpática, de un mirar tan cándido,
que todos los hombres sentían por ella
una verdadera y gran adoración.
salía de la fábrica un poquito pálida,
y en sus ojos melancólicos, suaves y cálidos
había la íntima pasión volcánica
que ella sentía en lo más recóndito del corazón.

Y una tarde sintió que el amor
en su corazoncito fiel vino a llamar,
y una dulce pasión despertó
en su alma ardiente y ansiosa de amar.
Y a ese amor se entregó, sin comprender
lo que iba a costar ese placer.

Y fue tan quimérica, su almita romántica,
que ingenua creyó
a todas las promesas que le hicieron,
de cariño y felicidad.
Y una noche idílica, bella y poética,
en medio de ardiente plática y besos trémulos
a la luz pálida de las estrellas, en el firmamento
los dos se juraron un eterno amor.

Pobre enamorada
que caro ha pagado,
horas de haber deshojado
las rosas de su ilusión.
Su blanca alma tuvo
un cruel desencanto,
y tanto es continuo el llanto
de ese breve instante de amor y placer.

Su cara más pálida, ahora da lástima
su mirada ya no tiene esa expresión ardiente
ni su alma siente deseos de amar.
Y en las noches plácidas, la luz de la lámpara,
ilumina tristemente su piecita fría,
en la que recuerda las noches aquellas
que ante las estrellas
los dos se juraron un eterno amor.